¿Líder se nace o se hace?
Hay algo que viene con cada uno y después, a través de la experiencia y la educación, uno va incorporando cosas. Intenté siempre ser el mismo, no hacer nada en forma antinatural. No creo que haya un solo perfil de líder: hay tipos que lo son a través de la comunicación, otros por su presencia, otro por la palabra justa en el momento indicado. El Ratón Ayala, por ejemplo. Lo admiraba cuando empezaba en la Selección y con el tiempo tuve la oportunidad de conocerlo y confirmé todo eso que a mí me daba la sensación de que el Ratón era. Sin hablar, con su prescencia, por cómo entrenaba, por la palabra justa...
¿A qué líderes admiraste cuando empezabas?
Tuve dos grandes referentes en mis comienzos: Dany Garnero y Fabián Carrizo. Llegué al vestuario de la Primera con toda la timidez y me encontré con tipos a los que admiraba desde la tribuna. Dany era el 10 del equipo del 94, al que iba a ver todos los domingos. Y era el auténtico líder de ese vestuario, un tipo recontra inteligente, que no necesitaba alzar la voz para que lo escucharan. Y progegía mucho a los chicos del club, los guiaba.
Por ejemplo...
Teniendo 18 años me agarró de una práctica y me dijo: "Antes de la cena, nos reunimos con los dirigentes para discutir por los premios, quiero que vengas así escuchás, porque algunas vez te va a tocar a vos". Hoy Dany es amigo y vecino, vive a 50 metros de casa y cada vez que tengo alguna duda, me cruzo y charlamos. El y Carrizo me ayudaron mucho a perder ese temor de llegar al primer equipo en un vestuario con gente muy pesada y unos pocos jóvenes, un formato que dejó de existir hace años.
¿Qué es lo mejor que tiene Guardiola?
Muchas cosas. El entender el juego de una forma muy muy especial. Es brillante en ese sentido. Con Pep he hecho cosas que tenía prohibidas con otros técnicos. Pep cree que ante cada presión, hay una solución y busca todo el tiempo la variante para intentar salir jugando sabiendo que a veces hay imprecisiones y toca jugar una pelota larga. En mi segundo año, todavía lasionado, nos tocaba con Getafe. El técnico era Víctor Muñoz, al que había tenido en Zaragoza dos años. Lo conocía bien. Pep me vino a buscar al gimnasio y me dijo: "Gaby, hoy olvídate de esto, ven que quiero que me digas cosas de Víctor Muñoz". Me llevó a su despacho, me mostró imágenes de Getafe y me preguntaba por qué hacía esto y lo otro.
¿Pudiste responder dignamente?
Sí, sí (risas). Pep es innovador, te sorprende siempre, no para de buscar variantes para cada situación. Hace un gran análisis del rival, sabe por dónde hay que atacar, cómo hay que presionar, y si eso no ocurre en el partido, tiene un plan B y uno C. Y las charlas en el entretiempo son un espectáculo. El cree que ataque y defensa van juntos, son una misma cosa. Que si el equipo defiende mal, es porque está atacando mal y por eso siempre intenta buscarle una solución a la forma de atacar para no recibir ese contraataque rival.
¿Guardiola no te satura con sus obsesiones?
Todo lo contrario. Pep tiene la combinación de no dejar nada librado al azar haciendo con su cuerpo técnico un trabajo muy fino en todo, pero, al mismo tiempo, te deja respirar. Nosotros no concentrábamos, cuando terminaban los entrenamientos, el que quería quedar a patear, lo hacía, y el que no, no. Si uno quería ir al gimnasio, iba. Nos daba mucha libertad. Los entrenamientos eran superexigentes, y donde uno insinuaba un poquito de relajación, estaba el toque de atención. A Pep, además, se le nota muy claramente cuando está mal y cuando está contento.
¿Fue frustrante la primera temporada de Guardiola, con 6 títulos sobre 6, y vos sin poder jugar ni un partido?
Era un momento brillante del equipo y uno horrible para mí. Pero el club, el cuerpo técnico y mis compañeros me brindaron una contención única. Si me hubiese tocado vivir lo mismo en otro club, muy probablemente, hubiese tirado la toalla. No me entrenaba con el grupo, pero me hacían sentir importante. Estaba en el gimnasio y por ahí venía Pep o un par de chicos a charlar y al día siguiente venían otros dos o tres. Ese del Barsa fue el mejor grupo que me tocó integrar, no tengo dudas. Desde afuera, existe la fantasía de que son inalcanzables, de otro planeta, y es todo lo contrario. Es más, hasta resulta mucho más fácil convivir con ese nivel de jugadores y de personas, que en un vestuario argentino, ¡mira lo que estoy diciendo!
Si sos el técnico del mejor jugador del mundo, ¿le consultás si le molesta jugar por el costado o se lo ordenás y listo?
La comunicación siempre es necesaria. El Fútbol, como cualquier otra actividad, tiene que ver con las relaciones humanas. No creo que el entrenador tenga que ser distante del futbolista ni tampoco que deba ser amigo, el equilibrio es la clave. Vos tenés que hacer sentir bien a los jugadores y no todos son iguales: uno por ahí necesita que le hables; otro, no...
Es obvio: para construir cosas importantes, se necesita tiempo; para destruirlas, no.
¿A Martino en Barcelona no le perdonaron ser extranjero?
Por lo que había hecho en Newell´s, pensé que era una muy buena opción para el Barcelona, porque había obtenido un funcionamiento similar al del Barsa en un campeonato más agresivo y friccionado que el español. Después, hay que entrar en pormenores que uno desconoce. El Barsa es un club muy grande y allí juegan con los antecedentes. El Tata era reconocido en la Argentina y Sudamérica, pero quizás en España no.
*El texto fue extraído de la entrevista 100X100 realizada
por El Gráfico